
Hace unos días recibí una invitación para participar en un debate – coloquio dentro de un programa de TV3, uno de los dos canales de televisión en catalán existentes en Cataluña. El tema genérico del coloquio era sobre si son, o no, procedentes las ayudas públicas a las PYMES, pero el conductor del programa, muy hábilmente, dejó que las cosas tomasen el cauce que los participantes decidiésemos, y, entre los temas que se tocaron, estuvo el estado en que se halla el subsector del automóvil. (Yo, como me figuraba que el tema iba a salir, me preparé una chuleta con cuatro datos).
La radiografía del subsector del automóvil en el reino, lo cierto es que es ambivalente. Entre 1997 y el 2007 la productividad del factor trabajo medida en automóviles fabricados por cada trabajador en un año, ha crecido; la facturación por trabajador, también; pero el beneficio por automóvil fabricado oscila, al igual que los beneficios generados por cada trabajador. Sin ser un experto en el tema, me atrevería a decir que la foto del subsector no es mala; pero lo cierto es que la cosa no se acaba con una foto.
El automóvil, en todas partes, es un bien ‘tocado’ que dentro de muy poco tiempo va a convertirse en maldito; ¿por qué?. Para empezar, en el subsector, en todos los países en los que hasta ahora podía adquirirse un automóvil de valor añadido significativo existe un exceso de capacidad productiva clamorosa, ¿debido a qué?, pues debido a la desaparición de la forma como esos automóviles se han venido adquiriendo: a crédito.
La inmensa mayoría de los automóviles se compran a crédito: se pagan a plazos. Caídas en la concesión de créditos repercuten en la venta de automóviles, de forma inmediata, de forma automática, lo que, obviamente, incide en la venta de automóviles, pero eso no es todo.
En el último estudio sobre circulación rodada elaborado por el Ayuntamiento de Barcelona se daba un dato extraordinario: la ocupación media de un automóvil medio en un trayecto medio medida en personas por vehículo está actualmente en 1,3; me imagino que otros estudios de otros ayuntamientos mostrarán cifras parecidas. ¿Qué significa esto?, pues que el automóvil es un medio de transporte muy, muy ineficiente; en términos energéticos, claro, pero no sólo.
En un automóvil, en cualquier automóvil, por muy sencillo que este sea, intervienen una ingente cantidad de elementos: desde acero a cristal, desde aluminio a manganeso, desde pintura a lubricantes; y en la obtención de todos esos componentes se han utilizado un número enorme de otros materiales y de … energía. Si a la utilización antes referida añadimos el bajísimo uso que se hace del automóvil (seguro que Uds. conocen varias personas que con su flamante automóvil recorren bastantes menos de 5.000 Km. al año), lo que tenemos es un medio de transporte superultraineficiente por su baja utilización y su reducidísimo uso.
Hubiese estado bien que a ese coloquio en el que participé hubiese sido invitado el CEO de una gran compañía automovilística (igual se invitó a alguno y declinó la invitación), hubiese estado bien porque se hubieran podido hacer ir las cosas para que hablase del gran tema, de la tormenta perfecta que se está formando sobre el automóvil: un bien ineficiente, del que existe un exceso monstruoso de capacidad productiva y que se vende a crédito: ¡vaya bombón!.
Porque claro, cuando las cosas ‘van bien’ todo el mundo puede ser propietario del coche-que-Uds.-ya-saben solicitando un crédito a diez años o, sin llegar tan lejos, comprar el coche-del-anuncio pagando el equivalente de un par de cafés al día, pero cuando las cosas no van bien, un coche tiene que durar, o hay que pasarse al ecologismo e ir en bici o en bus (movido por gas o por hidrógeno, naturalmente).
¿España?. Pues que quieren que les diga. En el 2007, el 82% del total de turismos producidos en el reino se exportaron, sobre todo a Francia, The UK, Italia y Alemania; ¿qué va a suceder a medida que esas economías se vayann enfriando, a medida que la concesión de créditos vaya tendiendo a cero?; ¿qué va a suceder cuando aquí vaya pasando eso mismo?.
En el interior se matricula el otro 18%; y Anfac ha dicho que en el 2011 el mercado nacional puede haber retrocedido el 40%: al tamaño de 1993. Pienso que será más, mucho más porque la crisis va a afectar en el reino mucho más de lo que se está admitiendo, pero bueno, para la pregunta que viene a continuación tanto da que se vendan aquí 200 o 300 miles de vehículos al año: ¿cuál es el tamaño ‘normal’ del mercado español?, porque claro, en 1993 la deuda privada española era del 65% del PIB, hoy supera el 200%; en otras palabras: ¿cuántos coches puede absorber el consumo español en una atmósfera de no-crédito y/o de crédito restringido?. Mi sugerencia: que alguien calcule eso.
En resumen, ¿qué va a pasar con el mundo del automóvil?. La respuesta es fácil de imaginar, ¿verdad?. El problema es que en la economía española, el coche genera el 15% del PIB (en la catalana, mucho más: un alto representante sindical que se hallaba en el estudio de TV habló de ‘monocultivo’), y eso es mucho, mucho.
Los sindicatos argumentan: ‘Tan sólo el 7,5% de los costes de un automóvil son atribuibles al factor trabajo’, cierto, ¿y?. Las reducciones de producción que en el automóvil se están produciendo, las que se continuarán produciendo, las deslocalizaciones, ya no son -ya no serán- únicamente debidas al coste de la mano de obra, es algo mucho más profundo que afecta a un modo de vida: al transporte individual, al crédito como medio de pago y al desperdicio de recursos, y ese modo de hacer tiene los años contados.
¿Los 800 millones del último paquete de ayudas que le van a dar al subsector?: unos cuantos meses: poco más.
Pero volvamos a donde empezamos: al exceso de capacidad y a la ineficiencia del automóvil como medio de transporte. Se dice que en el reino hay un stock ‘para vender’ de un millón de automóviles, bien, supongamos que cien mil sean un stock lógico si las cadenas logísticas y de fabricación funcionan correctamente, ¿si?, pues bien lo que tenemos son 900.000 automóviles que no tenían que haber sido fabricados; en Francia sucederá algo parecido, y en Alemania, y ….
Pero claro, no haber fabricado esos 0,9 millones de automóviles supone que la cantidad de factor trabajo que se ha utilizado en fabricar sus componentes y en ensamblar sus elementos, no se hubiera utilizado, significa que unos transportes que se han realizado no se hubiesen realizado, que unos movimientos financieros que se han hecho, tanto a nivel de fabricante como de concesionarios y compradores, no hubieran tenido lugar. Es decir, desempleo, subutilización de otras capacidades, menor consumo derivado, … lari, lari, lari, lari… menos PIB.
‘Es lo mismo que está pasando con los pisos’, dirá alguien, si, pero peor porque los automóviles que a lo largo de su vida tendrá una persona generan más PIB del que genera el piso en el que esa misma persona va a residir durante el tiempo que viva, a no ser que esté cambiando la cocina y el cuarto de baño cada año.
El automóvil no ha sido un invento, sino EL invento. Utilizando la esencia del Capitalismo: el individualismo, y llevando hasta el límite una de sus necesidades: la movilidad, el automóvil ha sido el elemento característico del último siglo. Lo tenía todo: transportaba bienes y personas, llenaba tiempo de ocio de esas personas, era susceptible de ser mejorado en multitud de aspectos, y generaba PIB, mucho PIB; si eso sucedía en una atmósfera en la que se pensaba que la cantidad de commodities de que se disponía era ilimitada, el automóvil, como hemos dicho, era EL invento.
Pero se acabó. Todas las compañías automovilísticas de todos los países tienen algún tipo de problema de mayor o menos calibre. Todas. Y todas plantean planes para, o bien, de entrada, hacer cosas con el objetivo de volverse más pequeñas, o bien, dejar de producir durante un tiempo para acabar cerrando una serie de plantas o para reducir tamaño.
Claro, claro, ya sé: ‘la culpa es de los bancos que no dan créditos’, se dice, se dice, pero en el fondo todos sabemos que eso no es cierto. El origen de problema reside en que se tenía que continuar creciendo y hemos echado mano a lo que más a mano teníamos. Y lo más sencillo ha sido que una marca automovilística incrementase su capacidad productiva a base de créditos, que fabricase un porrón de automóviles financiándolos a crédito, y conceder capacidad de endeudamiento a una serie de personas para que adquiriesen esos automóviles, a crédito, naturalmente, unos automóviles altamente ineficientes utilizados ineficientemente.
Bien, estuvo bien mientras duró, pero es un tinglado que se está acabando; como en las antiguas máquinas de millón: “Game Over”.
Santiago Niño Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.
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