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viernes, 28 de noviembre de 2008

¿Qué es lo que quiere Obama?











¿Qué es lo que quiere Obama?

Esta es la pregunta para la que parece que todos tienen respuesta en los medios de comunicación norteamericanos y extranjeros, aunque ésta no siempre sea la misma, y varíe, sobre todo en función de la ideología de cada uno.

Los comentaristas de la derecha moderada de los EEUU están encantados porque parecen haber redescubierto al presidente electo como a un hombre centrista y pragmático. Atrás quedan las acusaciones de 'socialista', y los miedos de que nacionalizara los medios de producción y la banca
-eso ya lo hace ahora Bush-.

Si ya estaban encantados con el supuesto nombramiento de Hillary, la filtración de la continuidad de Robert Gates en Defensa los ha situado al borde del éxtasis, despejando toda duda: Obama gobernará desde el centro. Su retórica de las primarias demócratas, sus discursos contra la guerra de Iraq no habrían sido más que eso: retórica.

En la izquierda norteamericana empieza a palparse cierta desazón. Los activistas del ala izquierdista del Partido Demócrata, indispensables para la victoria de Obama, temen haber perdido otra batalla de una forma aún más dura de lo habitual: cuando creían haberla ganado.

No obstante, los más optimistas aún no tiran la toalla, y argumentan que `el gobierno centrista de Obama es sólo una estrategia para despistar a la derecha. Una vez haya convencido a los medios y adversarios de su ideología pragmática y centrista, lanzará una agenda de reforma ambiciosa que transformará el raquítico Estado del Bienestar de los EEUU.

A mi juicio, es todavía pronto para responder a la dichosa pregunta. Habrá que ver cómo gobierna antes, pero es cierto que los nombramientos que han salido a la luz tienen un sabor claramente moderado.

Contrariamente a la opinión de la mayoría, mi intuición me dice que Obama va acabar decepcionando, parcialmente, a unos y otros. De hecho, ya lo anunció en su libro 'The Audacity of Hope' cuando escribía "yo sirvo como una pantalla en blanco en la que gente de ideologías políticas muy diferentes proyecta sus propias visiones..., por lo que decepcionaré a algunos, sino a todos ellos”.

El nuevo presidente gobernará desde el centro, pero no del espectro político norteamericano, ese que abarca desde Noam Chomsky a Newt Gringich, sino desde el centro de sus opciones reales de gobierno.

Como ya hizo durante la campaña, Obama irá repartiendo juego igualmente a derecha e izquierda. Por ejemplo, un día mostrará su apoyo a la última masacre israelí en Palestina, como siempre escudándose en el pervertido derecho a la "defensa propia", y al siguiente, marcará el teléfono de Ali Khamenei, o impulsará una reforma de la sanidad para cubrir a los 50 millones de personas sin seguro médico. Y todo ello, lo atribuirá a una gestión hecha desde el sentido común, rechazando las viejas etiquetas ideológicas.

Mi olfato me dice que la pregunta no desaparecerá fácilmente del debate político norteamericano, incluso tras el 20 de enero. Y no me extrañaría que en otoño del 2012, aún produjera debates apasionados. De ser así, habrá que reconocerle a Obama su genio político. Habrá conseguido la cuadratura del círculo demócrata: mantener en el redil a sus familias más progresistas, e incluso pescar a las moderadas de la granja de enfrente.

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